Si una persona, por perversidad o ciega
vanidad, no ha cultivado hasta ahora
buenas cualidades, puede al menos in-
tentarlo, o esforzarse por adquirirlas.
Si esto no se hace, no se puede pala-
dear la excelencia de la vida, y ésta
se desperdicia; su valor es nulo. La
mente, por la presión de las fuerzas
negativas, se pierde en falsos valores
y es incapaz de desarrollarse correc-
tamente. Una mente así, que da la
espalda al bien, puede causar daños
indescriptibles. En un momento de
descuido todo el progreso ganado por
el Sadhaka (aspirante espiritual) pue-
de quedar destruido por una mente
así, como una chispa que en un ins-
tante de negligencia cayese en un
barril de pólvora.
-BABA
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