Para ayudarte a desechar el miedo y la duda,
mantén el Nombre del Señor siempre en tu
boca y en tu mente. Afincate en las formas
infinitas del Señor y Su Gloria ilimitada mien-
tras repites el Nombre. Apégate a Él; enton-
ces tu apego a estos objetos temporales cae-
rá, o al menos comenzarás a verlos en su
proporción adecuada, como poseedores de
una realidad sólo relativa. Cuando el pe-
queño ego asume una importancia muy gran-
de causa muchos problemas. Ésta es la raíz
de todas las penurias y los sufrimientos.
-BABA