Los peces alimentan a sus crías recién nacidas,
en un lugar seguro y poco profundo. Después
las envían al ancho mar abierto, con sus mons-
truosos habitantes. Sólo entonces pueden los
pequeños sobrevivir con coraje, y crecer sin
miedo. Si fuesen criados en mar abierto des-
de el comienzo mismo, con seguridad serían
devorados. De la misma manera, la práctica
de la contemplación en el nombre (nama), la
repetición del nombre (japa) y la meditación
(dhyana) se deben practicar, en las etapas ini-
ciales, con gran cuidado y siguiendo una ruti-
na establecida, hasta que se llega a ser un ex-
perto, que medita constantemente en el nom-
bre, y lo repite con concentración. Repetir el
Nombre del Señor es la práctica espiritual más
segura, fácil e infalible.
-BABA