El mar de la vida (samsara), turbulento con
las olas de la alegría y el sufrimiento, sólo
puede ser cruzado por aquellos que tienen
un deseo incesante por la esencia de la bie-
naventuranza; el resto se hundirá. La capa-
cidad de sobreponerse a las cualidades (gu-
nas) de la naturaleza (prakriti) no es inhe-
rente a todos; nos llega con la Gracia del
Señor. Y esa Gracia se obtiene con la re-
petición del nombre divino y la meditación.
En primer lugar debe entenderse claramen-
te esto: no a todos les es posible controlar
las tendencias de la naturaleza. Este poder
sólo lo poseen quienes mantienen a la na-
turaleza bajo su control, y cuyas órdenes
la naturaleza obedece.
-BABA