El mundo entero es como una universidad,
enseñándonos constantemente. Cuando
hacemos un negocio, hay algo que apren-
der. Incluso si cultivamos la tierra, hay
algo que aprender. Sin ninguna diferen-
cia de casta o credo, título o posición so-
cial, al árbol comparte sus frutos con to-
dos y proclama la igualdad entre todos.
Las montañas nos enseñan que no debe-
ríamos tener un apego excesivo al cuer-
po, enseñándonos cuán pacientemente
permanecen allí ante la lluvia, el sol o
el frío. Cuando alguien muere, apren-
demos que el mundo no es permanente;
la familia es sólo una ilusión. Nos re-
cuerda que no tenemos derecho a decir
que tal cosa me pertenece a mí o te per-
tenece a ti. Para comprender a Dios, Su
Creación es la mejor escuela. En todas
partes hay algo que aprender.
-BABA