Sólo el Uno existe; es descrito de mil ma-
neras por los eruditos. La misma cosa es
vista y experimentada de distintos modos
por diferentes personas, de acuerdo al án-
gulo de visión y al nivel de inteligencia y
percepción. Diferentes personas describen
la misma cosa de forma diferente. ¿Cómo
puede alguien declarar que no deberían ha-
cerlo? ¿O es que es erróneo lo que descri-
ben? Nadie tiene derecho a menospreciar
ni a negar. Sólo quienes se esfuerzan por
elevarse sobre el aquí y ahora, y se hacen
conscientes del Principio Trascendental de
la Divinidad, merecen llamarse auténticos
devotos. A aquellos que se deleitan en las-
timar a los demás no se justifica llamarlos
devotos.
-BABA