Todo ser humano aspira a la felicidad, y
quiere evitar el sufrimiento. Pero en es-
te mundo, la verdad y la falsedad, la rec-
titud y la deshonestidad, la alegría y la
pena, pasan y cambian con el tiempo.
El ser humano debe tener fe en el prin-
cipio supremo, del cual surgen tanto el
bien como el mal. Un auténtico ser hu-
mano es aquél que trata igualmente al
placer y al dolor. Deben confiar en la
Divinidad, y experimentar Su amor en
sus corazones. En este mundo, el be-
neficio del dolor es mayor que el de la
felicidad. Los santos y sabios de anta-
ño, que llegaron a ser inmortales en la
historia, aspiraban a las dificultades
más que a la felicidad. La alegría que
surge de sobreponerse a las dificultades
es más duradera que la obtenida de la
felicidad. Por lo tanto no debemos te-
ner aversión al sufrimiento, ni buscar
solamente la felicidad.
-BABA