La envidia expande la sucesión de travesuras
que juega a la gente. Hace que nos deleitemos
escandalizando a los demás. Este mal hoy
está muy difundido entre los jóvenes.
Les viene naturalmente, porque es un signo
de ignorancia. Para librarse de este hábito,
deben dedicar un tiempo, por la mañana
temprano y antes de retirarse a dormir,
a explorar su mente y examinar las faltas
que puedan haberse afincado en ella.
Deben rogar a Dios que les libre
de esa tendencia. Una vez que
hayan ganado la Gracia de Dios,
pueden estar seguros de que tales absurdos
no deformarán su carácter.
- BABA
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